Razonamientos motivados
Mar 23, 2020
Publicado en Ecohabitar.
Una científica reconocía, al abrir su presentación, que temía que su deseo de volver a la normalidad económica había motivado el razonamiento de su argumento. Valiente acto, que bien podría ser más común en nuestra conciencia y en los diálogos en cuanto a la explotación de los recursos y la economía.
Prestemos atención a los razonamientos motivados. Sobre todo a los que justifican actividades destructivas con el pretexto de que es trabajo, para ganarse la vida, o ganarse el pan.
Las explotaciones, ya sea de los recursos, las personas, los animales, o el medio ambiente, son ante todo: explotaciones. Y nada tiene de honrosa una explotación si requiere el sufrimiento de otro ser vivo. La ganadería por ejemplo, es una explotación cruel, sobre todo para las hembras. Vacas, cerdas, cabras y ovejas: sufren sin pausa, y repetidamente, largos embarazos y maternidades breves. Se retiran las crías casi de inmediato para leche y carne. Pocas explotaciones proporcionan lo que un animal requiere de acuerdo a sus necesidades físicas en cuanto a higiene, y esparcimiento, sufren: físicamente y emocionalmente.
Pero los ganaderos, bajo el argumento de que la carne es necesaria y ellos trabajan para producirla, se justifican. Gozan, de una validación cultural importante. Y evitan de este modo la incómoda disonancia cognitiva. Pero si hemos de ser avanzados, o a eso aspiramos, más vale reconocer lo que en el fondo ya conocemos. Y no nos falta información, lo sabemos: los animales sufren, la ganadería intensiva contamina, cada vez hay más evidencia de que la carne pone en riesgo nuestra salud, y sobre todo que no hay que comer tanta.
Por lo que hay que desarmar los argumentos, reconocer que son razonamientos motivados por intereses de lucro. Es un tema que cruza fronteras. En países como Australia por ejemplo, se habla del «pobre ganadero», ahora presentado como víctima del cambio climático es común oír que trabajan para alimentar la nación. Y los «pobres», obligados por las sequía han tenido que matar a miles de vacas que morían de sed. Pero el granjero no trabaja para su sustento, ni menos el de la sociedad: explota a los animales para hacer dinero. La realidad es que su motivación es el dinero, y no la alimentación.
Aquí sucede igual. Hace poco puse en conocimiento al alcalde de un pueblo de Guipuzkoa, del maltrato animal observado en una explotación ganadera en las afueras de su comunidad. Pero antes hablé con los dueños de la explotación. Y el argumento era el mismo: es sustento, y un trabajo que apenas «da para comer». Al hacer mención del sufrimiento de los animales por las condiciones en que se encontraban, argumentaba la familia con fuerza: su amor por los animales por todo lo que hacían por ellos, el esfuerzo que ello suponía, y la necesidad de la actividad para ellos y la sociedad. Sugerí, viendo el terrible estado de los animales y su sufrimiento, que se dedicaran a la agricultura, pero respondieron que no era de su gusto. Reconozco mi razonamiento motivado por la conciencia y la emoción.
En la citada conversación en inglés, la científica reconocía que en su presentación, favorable a la posibilidad de que se produzca una vacuna para salir de la crisis del Covid-19, su razonamiento era motivado por el deseo de volver a la normalidad económica. Es el tipo de diálogo honesto donde los participantes asumen los posibles errores en la construcción de sus argumentos: con el ánimo de construir en conjunto algo mejor. Requiere esfuerzo y valentía, siempre es más fácil juzgar los motivos de un discurso ajeno. Pero si queremos un mundo mejor, más nos vale que empezamos a identificar nuestros razonamientos motivados con honestidad.